lunes, 23 de agosto de 2010

HEROES URBANOS Camilo Torres: " El deber de todo cristiano es ser revolucionario"


Dentro de esos Héroes Urbanos que nos marcan a fuego y que quedan en la retina de las personas durante generaciones, tiene un lugar especial el colombiano, Sr. Camilo Torres, colombiano, sociólogo, sacerdote, revolucionario, guerrillero.
Camilo Torres, quien moriría como guerrillero en un enfrentamiento con el Ejército, había nacido en Bogotá, en una familia de clase alta y de tradiciones liberales. Sus primeros años fueron similares a los de otros jóvenes de su grupo social, excepto quizás por la separación entre sus padres, y por el estrecho lazo que desarrolló con su madre, doña Isabel Restrepo Gaviria, con quien viviría hasta pocos meses antes de su muerte.
En 1947, cuando estudiaba Derecho, decidió sorpresivamente hacerse sacerdote. Como seminarista mostró una temprana preocupación por los asuntos sociales y, ordenado en 1954, viajó a la Universidad Católica de Lovaina a estudiar sociología. Desde entonces eran claros su afán de sacrificio, su deseo de influir en el conjunto de la sociedad y su voluntad de vincularse a los problemas de los grupos sociales más pobres.
Con una formación académica moderna, diferente a la de la mayoría del clero colombiano, convencional, escolástico y aferrado al partido conservador y al status quo, regresó en 1956 a Colombia a preparar su tesis. Sus debates con un amigo marxista se convirtieron en el libro Conversaciones con un sacerdote colombiano, de Rafael Maldonado Piedrahíta, en el que se advierte un pensamiento de avanzada, pero todavía firmemente anclado en las doctrinas católicas.
Cuando viajó a Europa nuevamente, en 1958, para obtener su licenciatura, conoció a Margarita María Olivieri, una activista social que sería su más cercana colaboradora en Colombia.
En 1959 fue nombrado capellán de la Universidad Nacional, donde comenzaba a afianzarse el pensamiento radical influido por el marxismo y la revolución cubana. Buscó acercarse a los jóvenes universitarios, estimuló los trabajos sociales en áreas marginadas y enseñó sociología en la Facultades de Economía y Sociología. Desde 1961 sus posiciones en defensa de los estudiantes le crearon conflictos con la jerarquía eclesiástica y con el establecimiento político. Por ello debió retirarse de la capellanía de la Universidad y pasó a la parroquia de la Veracruz, en el centro. Esto no impidió nuevos conflictos, como los provocados por sus críticas a Acción Cultural Popular, el sistema de educación radial campesino dirigido por monseñor José Joaquín Salcedo, o por el apoyo a los universitarios en la huelga que hicieron para protestar por la expulsión de María Arango y otros estudiantes.

Los conflictos con las autoridades eclesiásticas y civiles, empeñadas en reprimir la protesta social y controlar toda forma de disidencia, lo acercaron a los grupos radicales de la Universidad y lo llevaron a la conclusión de que los cristianos que quisieran el cambio social debían trabajar al lado de socialistas y marxistas, e incluso a considerar que la violencia era lícita en situaciones de grave injusticia social. Su trabajo en los Llanos Orientales con campesinos, y su participación en la junta del Instituto Colombiano de Reforma Agraria, entre 1962 y 1964, terminaron por convencerlo de la necesidad de un cambio social radical en Colombia.

El cura guerrillero

En julio de 1964 apareció en Colombia un nuevo movimiento guerrillero, el Ejército de Liberación Nacional, el cual llamó la atención de Camilo Torres pues, según él creía, no estaba tan "contaminado" como los demás grupos insurgentes. En enero de 1965 inició contactos para comunicarse con la comandancia y en febrero lanzó la plataforma del Frente Unido de Movimientos Populares; a fines de abril se retiró de la ESAP y, presionado por la curia, preparó maletas para viajar a Lovaina. Según la jerarquía eclesiástica, a Camilo había que "descontaminarlo"; el viaje estaba previsto para el 22 de mayo, pero una apoteósica manifestación de respaldo estudiantil le hizo desistir el mismo día que debía embarcarse para Bélgica.

Un mes y cinco días después, el ELN tuvo su primer acercamiento con Torres Restrepo y el sacerdote tomó una de las decisiones más trascendentales y dolorosas de su existencia: abandonar el sacerdocio, al cual había dedicado 18 años de su vida. Una vez fuera de la vida religiosa, mas no de la religión, pues hasta su muerte fue un católico convencido, visitó el campamento guerrillero en Santander y quedo en "comisión" en la ciudad, en la que debía seguir su programa de agitación política con el Frente Unido. En el momento en que fuera requerido, debía incorporarse a filas.

Durante cuatro meses y algunos días la figura de Camilo Torres creció, aún más, ante la opinión pública, pues recorrió el país y atrajo a gran cantidad de gentes; se perfilaba como el candidato alternativo al del Frente Nacional, Carlos Lleras Restrepo, pero Camilo nunca consideró la vía electoral como una solución a la injusticia social, discurso que caló muy hondo en un amplio conglomerado de personas. Logró aglutinar a gentes de diferentes tendencias de la izquierda y la política tradicional, y sobre todo captó la atención de grandes multitudes y las convenció de que la vía electoral no era una solución a la injusticia social y que el abstencionismo era una posición revolucionaria, de enfrentamiento y de lucha toda vez que "el aparato electoral está en manos de la oligarquía y por eso el que escruta elige, el que cuenta los votos determina la victoria". No se dejó tentar por ningún movimiento político y cada vez más un cerco de peligro le rodeó.

El 18 de octubre partió finalmente para la guerrilla y el 15 de febrero de 1966, en Patio Cemento, Santander, cayó muerto en su primer enfrentamiento con las fuerzas del ejército colombiano. El cadáver del "cura guerrillero" nunca le fue entregado a doña Isabel; el sitio donde fue enterrado es uno de los secretos más guardados de Colombia. Sobre tal situación, la madre de Camilo comentó alguna vez: "Soy la única madre colombiana a la cual se le ha negado la entrega del cadáver de su propio hijo. Como cristiana y católica practicante, les recuerdo que cuando a Cristo lo crucificaron como ''bandolero'', no le negaron a la Virgen María la gracia que a mí se me ha negado".

En realidad, la mítica figura de Camilo Torres fue un ejemplo mundial de cómo entender de manera distinta el ejercicio sacerdotal. Fue así como en el país se formó un grupo importante de curas rebeldes: el llamado "grupo de Golconda" liderado por monseñor Gerardo Valencia Cano, vicario apostólico de Buenaventura.

Camilo Torres nos enseño que el amor por el prójimo hay que demostrarlo aunque esto signifique el holocausto de nuestra propia existencia.
Tal como lo dijo Victor Jara: "Cuentan que tras la bala se oyó una voz, era Dios que gritaba Revolución"

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